La reinauguración del Festival de Bayreuth en 1951 suponía un enorme reto para los hermanos Wagner en una Alemania que aún se recuperaba de la derrota en la guerra. Para romper con su reciente pasado, Wieland Wagner quiso revolucionar la escena de las obras de su abuelo, pero dando un respiro a los más ortodoxos. Aquel año se representaron tres títulos: Parsifal, El Anillo y Los Maestros. De los dos primeros se ocupó Wieland y para el tercero, ya fuera por falta de tiempo o por no romper del todo con el pasado, decidió llamar a Rudolf Otto Hartmann, a quien ya conocía de la Ópera de Múnich. Hartmann, que había trabajado con Furtwängler en una producción de Maestros en 1943, aceptó el reto. Y mientras las propuestas de Wieland dividieron a los asistentes, los Maestros tradicionales de Hartmann entusiasmaron a la totalidad del público. La producción de Hartmann duró tan solo dos ediciones. En la siguiente reposición de la obra, 1956, una edición con el apellido Wagner en todas las producciones, Wieland ya pudo poner su sello minimalista en la comedia nuremburguesa de Wagner, que se conoció como los Maestros Cantores sin Núremberg.
Este es el boletín número 356 de la Guía del Festival de Bayreuth enviado el 1 de diciembre de 2023. Si no quieres perderte ninguno, no lo dudes y suscríbete ya.