Trabajo entre susurros - Boletín #352

Nadie nace con la vocación de ser apuntador. Una profesión que vive entre las sombras, que solo puede hablar entre susurros. Al contratar un seguro nadie espera tener que utilizarlo, pero en caso de incidencia siempre alegra tenerlo. De igual manera, ningún cantante quisiera hacer uso del apuntador, pero le da seguridad su presencia. Ute Gherasim es una de las apuntadoras del Festival de Bayreuth. En la pasada edición se encargó de asistir a los cantantes olvidadizos en Parsifal y El holandés errante. Su vista se mueve entre tres puntos. Por una parte, el monitor donde ve al director de orquesta. En otra, el libreto que pasa página a página a medida que la partitura avanza. Y, por supuesto, el escenario. Tener esa empatía que le permita intuir cuando algún cantante va a necesitar de sus susurros. A veces, también ha de estar atenta de los elementos escénicos, como cuando una lanza de una producción de Parsifal llegó disparada hasta el cubículo de Gherasim, quien apenas tuvo tiempo de apartarse para no sufrir la misma herida que Amfortas.